El Sr. Avelino y la magia de las palabras

Maria Teixeira
date icon
2025-08-07
blog details big image

Na Residencia de ancianos Quinta do Vau, siempre hay historias que contar, momentos que recordar y sonrisas que compartir. Pero aquí hay una historia más especial que nunca olvidaremos, la de Sr. Avelino, un hombre con un espíritu ligero y una risa fácil, que nunca perdió la oportunidad de jugar con quienes pasaban junto a él.

A pesar de ser muy juguetón y siempre con sus bromas listas, había algo que el Sr. Avelino se guardaba para sí mismo. Durante algún tiempo de tu vida, el El Sr. Avelino no sabía leer. Las palabras estaban por todas partes, en la televisión, en la caja de medicamentos, en los periódicos,... pero para él, solo eran marcas en los papeles, algo que quería descifrar algún día.

Entonces, un día, todo empezó a cambiar.

Con la ayuda de los dispositivos interactivos de Sioslife, descubrió los juegos de formación de palabras. Primero, Comenzó como un pasatiempo, pero sin darme cuenta, estaba aprendiendo a leer. Poco a poco, las letras empezaron a tener sentido y las sílabas se juntaron y, de repente, el Sr. Avelino ya podía leer pequeñas palabras.

Durante una de las visitas de Sioslife a la casa, decidimos hablar con algunos usuarios para saber qué era lo que más le gustaba hacer a cada uno y qué había aprendido con el dispositivo.

«Entonces, Sr. Avelino, ¿qué aprendió allí en la computadora de Sioslife?», preguntamos.
«Chicas, aprendí «Apple», aprendí «Sun»,...», dijo con una sonrisa en los labios.

Nos reímos pensando que sería otra broma del Sr. Avelino, pero la verdad es que no entendimos el verdadero significado de estas palabras.

Fue entonces cuando nos dijeron: «Fue aquí, con Sioslife, donde aprendió a leer».

Permanecimos en silencio y la sonrisa que el Sr. Avelino tenía en los labios se reflejó en nosotros. Para muchos, Sioslife era solo un espacio de entretenimiento, pero para este hombre era mucho más. Era una puerta a un mundo nuevo, un mundo en el que las palabras ya no eran lo desconocido, sino una pequeña victoria.

Ese día, aprendimos dos cosas del Sr. Avelino. nunca es demasiado tarde para aprender, pero tampoco es demasiado tarde para reír.